01 julio 2009

II.- Libertad III

Muerte se lanzó de nuevo hacia Zohual, pero este fintó a un lado para atacar directamente al puño que enarbolaba una de las hachas con la maza, un desagradable sonido de huesos rotos llenó su mente pero el asesino seguía en pie y aprovechando que El Traidor estaba descolocado descaró el hacha que le quedaba a la pierna de este.

Zohual casi calló al notar como el hacha le desgarraba la piel casi hasta el hueso, pero no se dejó ir, levantó la maza y lanzó un golpe hacia la cabeza de Muerte con un giro brutal, este no tuvo problemas para desviarlo, pero si los tuvo para esquivar el siguiente golpe con la zurda de Zohual que le impactó plano en la cabeza haciéndole caer. No le dio tempo a reponerse Zohual ya estaba sobre el asesino descargando frenéticamente su maza sobre la cabeza de aquel hombre.

Aunque sabía que estaba muerto, algo dentro de él le obligó a tomar sus hachas y abrir el cuerpo en canal, las armas del asesino estaban tremendamente afiladas y no le costó cortar la carne, sin quitarle la máscara comenzó a rebanar el cuerpo, las voces sonaron con más fuerza, gritaban balbuceaban reían, ansioso como estaba por arrancar hasta la última de las vísceras siguió hasta casi vaciar el abdomen; hasta que llegó un momento en el que no pudo más y sació su hambre y su sed con el cuerpo del pobre infeliz, arrancaba tiras de carne y se las metía en la boca masticándolas hasta poder tragarlas, se ayudaba de las manos en cuenco para beber la sangre.

Cuando estuvo saciado tomó las grebas y los brazales del asesino y se las puso como pudo, pacientemente, sin prisa, luego embadurnó sus manos en la sangre y la restregó por las cadenas que cubrían su pecho, también por su pelo y por su cara.

Cuando consideró que no se podía aprovechar nada más dejó el cuerpo, las voces que nunca le abandonaban ahora parecían murmurar tranquilas. Zohual se levantó, se arregló el pelo y quitó la mascara del asesino, los ojos desorbitados le miraban, había destrozado la cara con sus golpes pero aún se podía distinguir una cara que debía haber sido bastante hermosa en otros momento. “Ya no estás tan guapo” dijo para sus adentros y no pudo contener una carcajada, miles más rieron al unísono hasta llenar todo su mundo.

Decidió que con aquellas armas ya no necesitaba nada más, curó las heridas de la pierna y el hombro con vendajes a cuenta de las ropas del asesino y decidió que abandonaría a sus hombres, él había tomado un camino que nadie querría seguir, había comido la carne humana y el hambre ya no cejaría, lo sabía perfectamente, eso le excitaba más que preocuparle.

Zohual echó a andar, había tomado un camino que le llevaría fuera de aquella mina y solo tenía una cosa más que hacer antes de salir, presentarle sus respetos al cadáver de Guirk.


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El Traidor Negro by Adrián García Maganto is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

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